Yo sé que estás cansado de trabajar toda la semana y que en casa siempre tienes cosas que hacer los sábados. Pero tú también sabes que yo juego al fútbol los sábados y me preparo con entusiasmo y esfuerzo durante la semana para cada partido.
Por eso, cuando estoy en la pista luchando junto a mis compañeros y me salen bien las cosas, busco en la grada tu mirada de orgullo... pero
no te veo.
Cuando hacemos un gol y todos nos sentimos Maradona, espero oír tu grito de alegría y aliento... pero
no te oigo.
Cuando ganamos un partido tengo tanta alegría que necesito compartirla contigo, como lo hacen otros chicos... pero
no estás.
Y cuando perdemos, después de matarme para dar la vuelta a un resultado adverso sin éxito, te necesito a mi lado para sentir tus palabras de aliento... pero
no te siento.
Tú sabes que yo no soy un "crack" y que tal vez nunca llegue a serlo, pero en cada segundo de cada partido que juego, hago lo mejor que puedo, hago lo que tú me enseñastes que debo hacer en la vida: me esfuerzo para llevar con orgullo tu apellido.
Y quiero que tú también estés orgulloso de lo que hago, necesito que participes conmigo de mis alegrías y tristezas. Necesito que desde la grada se escuche tu voz de aliento y alegría y que cuando las cosas no me salgan bien, me des fuerza para mejorar.
También necesitaría saber que aunque yo no sea un "crack", tú valoras mi esfuerzo y estás orgulloso de mí...
Por eso te pregunto:
¿Por qué no vienes, Papá?
